El evangelismo verdadero y eficaz reconoce la soberanía de Dios. Primeramente, la
reconoce en cuanto a la obediencia. Es decir, el evangelismo es un mandato de Dios a su
pueblo. Entonces, como fieles servidores a nuestro Señor, estamos obligados a
obedecerlo. No es opcional. Segundo, reconocemos que nosotros no jugamos el papel
de Dios en el evangelismo. Él es el único que puede salvar. Nosotros no podemos
convertir a nadie. Sencillamente portamos el mensaje
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por Esteban Brauning
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