Toda la verdad en 2 minutos
del autor:
El proyecto “Toda la verdad en
dos minutos” surgió hace
mucho tiempo. En un principio
quedó relegado a mi archivo
personal de “ideas para vídeos”, hasta que
un día nos decidimos a grabarlo en Madrid.
Fue hace poco más de un año y, aunque la
grabación casera fue muy bien intencionada,
por diferentes motivos el vídeo nunca
se editó.
No fue hasta el pasado mes de noviembre
cuando en una visita al Centro de Producciones
Multimedia (CPM) compartí la inquietud
con José Luis Ramos. Echó un vistazo al guión
y dijo: «Adelante, tiene buena pinta». Ese fue
el principio de la aventura.
La primera vez que nos sentamos a grabar,
el contratiempo surgió tras una hora y media
de grabación, aproximadamente. La cara de
José Luis lo decía todo.
–Ha habido un problema y no se ha grabado
–comentó.
Nos costó unos instantes asimilar que no
había nada que hacer porque, a los pocos segundos
de cinta, todo se había quedado en
–No lo entiendo –repetía José Luis. Esto no
me ha pasado en la vida.
Resignados a un segundo intento de grabación
nos despedimos hasta la tarde.
Con energías renovadas y tras otra oración
para poder hacer algo digno, dedicamos tres
horas y media a grabar los diferentes planos
del vídeo y, al final del día, me despedí agradecido
y satisfecho.
Dos semanas después sonó mi teléfono
móvil. Era José Luis, y la voz no sonaba muy
entusiasta que digamos.
–Ha pasado algo con el vídeo –me comentó
entristecido.
Instintivamente traté de saltarme todo el
preámbulo y me lancé a la cuestión clave:
«Pero, ¿hay vídeo o no?». La sentencia me
dejó consternado: «Se ha borrado todo».
Una peculiaridad en el formato de grabación
había hecho muy complicada la captura
de las imágenes y, en el proceso, “misteriosamente”
el ordenador había borrado cada
una de las tomas del vídeo, dejando en la cámara
un insultante negro denso, absoluto.
La voz de José Luis sonaba muy afectada,
así que traté de restarle importancia.
–No te preocupes –dije poco convencido. Ya
lo grabaremos en otra ocasión.
Estuve algunos días con una aguda punzada
de frustración. Había acumulado mucha ilusión
después de tanto esfuerzo y tantos meses de
espera. Además, intuía que el vídeo podía resultar
de gran bendición. Y, de repente, el vídeo
volvía a existir sólo como una triste página
de guión en el archivo de mi ordenador.
Los dos concluimos que las dificultades no
eran casualidad, y tomamos la resolución de
que ese corto vídeo de dos minutos tenía que
salir a la luz tarde o temprano. Quizá más tarde
que temprano porque, por entonces, ninguno
de los dos teníamos tiempo.
Pasaron tres meses y, a finales de febrero
de este año, volvió a sonar mi teléfono. José
Luis me recordó que teníamos algo pendiente,
que no se olvidaba y que había que grabarlo
cuanto antes. Así que quedamos un lunes,
y me marché a Sagunto en un viaje
relámpago a grabarlo en una mañana. Debo
reconocer que oré más que nunca al sentarme
al volante, tratando de evitar “extrañas
coincidencias” en el viaje que me impidieran
llegar con bien a la cita.
La grabación fue un éxito. Conocíamos perfectamente
los planos que queríamos, el tono
de la voz, las luces, los efectos. Aún así
fueron casi cuatro horas de concentración y
oración. Por eso, al terminar sentí una agradable
sensación de alivio. De nuevo había hecho
mi parte. El resto estaba en manos
de Dios y del CPM.
¡Qué agradable fue contestar al teléfono
pocos días después! «El vídeo
está terminado y ha quedado muy bien» dijo
José Luis notablemente entusiasmado. Y vaya
si quedó bien. Me encantó. Entre la edición
magistral de José Luis, y la música de Denis
Boidi, el vídeo logra captar poderosamente la
atención.
El resto de la historia es una grata sorpresa.
Miles de visitas en Internet (casi treinta
mil visitas en sus diferentes versiones de Youtube,
en poco más de dos semanas), cientos
de felicitaciones, y lo que más me ha impactado:
decenas de testimonios sinceros de agradecimiento
porque el mensaje les ha “tocado”.
Amigos que hacía tiempo no iban por la
iglesia, conocidos que se sienten bendecidos
por redescubrir la verdad que hace tiempo
creían y desconocidos de todo el mundo que
están proponiendo hacerlo en otros idiomas...
Suscribo plenamente las palabras del pastor
Pedro Torres al respecto: «La evangelización
juvenil está inevitablemente fusionada con
las nuevas tecnologías. Internet es un instrumento
ágil, rápido, global, no entiende de
fronteras, horarios, latitudes, continentes... Es
la herramienta que participará de una mayor
propagación del evangelio a todo el mundo».
Me siento privilegiado por haber sido portador
de esta idea y haber formado parte de
este proyecto. Creo que ha dejado en todos
los implicados una positiva impresión descubrir
que algo así, tan corto y tan sencillo, puede
llegar a todos los rincones del planeta y
tocar algunos corazones.
La lección también es importante: si tienes
una idea para compartir lo que crees, cuantas
más dificultades encuentres, mejor será
el resultado. Por el camino, Dios ha prometido
ayudarnos. No lo dudes: lo hará.
Daniel Bosqued
Pastor de Jóvenes de la Iglesia de Madrid
1 comentarios:
no existe el infierno?
como puede este hombre decir las cosas q la biblia dice cientos de veces y no aceptar que existe realmente el infierno como la biblia lo dice.
A usted aun le hace falta conocer las verdad, lea la biblia y deje de ser un falso profeta engañador.
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